Homilías
CUASIMODO O DIVINA MISERICORDIA
HomilÃa en el Segundo Domingo de Pascua
¿“CUASIMODO†o “DIVINA MISERICORDIA�
Este segundo domingo del Tiempo Pascual llevaba el nombre de “Cuasimodo” porque el canto de entrada de la Misa se refería a los recién bautizados en la Vigilia Pascual que eran considerados como los “recién nacidos” en la vida de la Fe. Decía “Quasi modo geniti infantes” que significa “Como niños recién nacidos”.
Ahora bien, la fiesta popular del “Cuasimodo”, que se realiza en nuestros campos, tiene su origen en la costumbre de llevar en forma solemne la Comunión Pascual a los ancianos y enfermos impedidos de concurrir presencialmente a las fiestas pascuales de la semana anterior. Esta fiesta expresa visible y ruidosamente la alegría de llevar el consuelo de Jesús a quienes sufren sus limitaciones humanas. En esta fiesta se hace ostensible la misericordia amorosa de Jesús por los impedidos. De aquí viene el nombre con que el Papa Juan Pablo Segundo quiso rebautizar a este domingo. No dudamos que la decisión del Santo Padre fue acertada y significa un desafío para que todos los seguidores de Jesús asumamos la misión de derramar misericordia como lo hizo nuestro Señor.
Veamos qué nos dicen los textos bíblicos de hoy, empezando por el Evangelio de Juan. Vemos a los discípulos asustados por miedo a los judíos, encerrados en el mismo lugar de la Última Cena. A pesar que Jesús se les había presentado resucitado y vivo el domingo anterior, todavía tenían miedo. ¿Qué es lo primero que les dice el Señor? “La paz esté con ustedes” y luego, soplando sobre ellos, les trasmite el Espíritu Santo con la misión y la facultad de perdonar los pecados. ¿Puede haber algo más reconfortante que perdonar y ser perdonados? En esto se ve el Amor Misericordioso de Jesús que sigue hasta hoy exhortándonos a perdonar y pedir perdón.
Pero hay algo más en este pasaje evangélico: es el caso de Tomás, el discípulo que la semana pasada no estaba con los otros diez apóstoles y no había tenido la dicha de verlo resucitado. Él, por lo tanto, seguía incrédulo. Vemos con cuánto afecto Jesús le reprocha su incredulidad y con cuánta vergüenza y humildad Tomás recibe la dulce reprimenda del Maestro y amigo. Es Tomás el primer cristiano que reconoce abiertamente la divinidad de Jesús. Otros lo habían reconocido como “Hijo del Altísimo” o “Hijo de Dios”. Tomás lo reconoce a secas: “Señor mío y Dios mío”. La belleza de esta escena nos conmueve y emociona. En ella sentimos y gustamos el amor misericordioso de Dios. Vemos la paciencia de Jesús que nos espera y sigue esperando nuestra conversión.
En el episodio recién comentado, también vemos que el corazón misericordioso de Jesús piensa en todas las generaciones, incluyendo hasta nuestros tiempos: “los que sin ver, creen”. Esos somos nosotros, los que sin haber visto, creemos. Jesús nos declara FELICES, bienaventurados.
Si vamos a la primera lectura de hoy, de los Hechos de los Apóstoles, los vemos a los discípulos del Señor sanando enfermos y poseídos de espíritus impuros, derramando el amor misericordioso de Jesús. Es justamente lo que Jesús les había encomendado: hacer vivo y poner en la práctica el amor misericordioso de Dios.
El autor del libro del Apocalipsis pone en boca de Juan una visión: ¿Y a quién ve en esta visión? Ve a Jesús, vencedor de la muerte, resucitado, revestido de gloria, animándonos en la Fe y la Esperanza. Ésta es la Divina Misericordia
Ahora entendemos por que San Juan Pablo Segundo quiso que éste fuera el Domingo de la Divina Misericordia, exhortándonos a todos los cristianos a ser misericordiosos en el mundo que nos rodea.
Nos preguntamos:
CUASIMODO O DIVINA MISERICORDIA
HomilÃa en el Segundo Domingo de Pascua
¿“CUASIMODO†o “DIVINA MISERICORDIA�