Homilías
HIJO MUY QUERIDO
Reflexión a partir de las lecturas bÃblicas de la fiesta del Bautismo del Señor
Dios nos considera sus "hijos queridos". ¿Cómo podemos responder a tanto amor?
Isaías 40, Salmo 103, Tito 2, Lucas 3
¿Alguna vez hemos tenido la oportunidad de sentir una especial emoción al escuchar o leer estas palabras: “hijo muy querido” o “hija muy querida”?... y si nunca las hubiéramos escuchado o leído, ¡cómo las echaríamos de menos!
Con semejantes palabras termina el trozo evangélico y comienza la segunda lectura de hoy. Con estos sentimientos procuraremos entrar en las lecturas de san Pablo, de san Lucas, de Isaías y del salmo 103.
El afecto paternal con que Pablo se dirige a Tito y el afecto filial de éste por su maestro, le dan mayor fuerza a los consejos prácticos, tales como rechazar la impiedad y los deseos mundanos, vivir con sobriedad, justicia y piedad, para luego pasar a los sentimientos más espirituales como la feliz esperanza y a mirar a Jesucristo como Dios y Salvador. ¿Por qué? Porque, por el Bautismo, hemos vuelto a nacer y el Espíritu Santo nos ha renovado. En esta carta, todo es gozo y gratitud.
En el trozo evangélico, Jesús no habla, pero Juan lo ve, lo señala y nosotros lo vemos y escuchamos la voz de Dios Padre, mientras el Espíritu Santo se hace visible en forma de paloma. Se trata de una “Teofanía”. Esto significa que Dios se está manifestando como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Son las tres personas de la Santísima Trinidad: un solo Dios. Es un misterio que nos da luz. Jesús no necesitaba bautizarse. Es Él quien está “bautizando” al agua, esa agua que más tarde a nosotros nos hará verdaderos hijos de Dios. Este episodio nos motiva a gozar con gratitud y alegrarnos porque gracias a Jesús, cada uno de nosotros puede decirse con toda verdad:
También a mí, Dios me ha dicho “tú eres mi hijo muy amado, tú eres mi hija muy amada”.
El gozo y la gratitud de los dos trozos bíblicos comentados son la consecuencia de una realidad: Dios nos salva y nos hace hijos suyos. El trozo de Isaías en la primera lectura bíblica viene a ser un anticipo profético con varios siglos de anterioridad. Toca las fibras sensibles de un pueblo que, en el exilio, ha pagado duramente su pecado. El pueblo renacerá, pero deberán rellenar los valles, aplanar las montañas, convertir las quebradas en llanuras y los terrenos escarpados en planicies. Son bonitas figuras que significan volver a la justicia y a la equidad.
El salmo responsorial canta bellamente la grandeza, sabiduría, bondad y gloria del Señor.
Entonces, mirando nuestra cruda realidad actual, nos preguntamos:
HIJO MUY QUERIDO
Reflexión a partir de las lecturas bÃblicas de la fiesta del Bautismo del Señor
Dios nos considera sus "hijos queridos". ¿Cómo podemos responder a tanto amor?