Homilías

LLAMADA Y CAMBIO - VOCACIÓN Y CONVERSIÓN

VOCACIÓN Y CONVERSIÓN

¿Es un problema? ¿Es una bendición?

 

Cuando días atrás reflexionábamos sobre la VOCACIÓN, ciertamente que el tema nos interpelaba, llamándonos la atención con interés, dejándonos con un “gusto a poco”.

Veíamos que la Vocación es una “Llamada” del Creador, que la hace a toda su Creación. Llama al Universo, lo llama a la existencia y lo sostiene en su existencia. Así podemos decir que Dios “sostiene” a todos los astros, constelaciones y galaxias. Lo único que les “pide” es que existan conforme a sus “leyes”. Así, ellos le “responden”: EXISTEN. Y nosotros lo podemos comprobar. Nos basta con incursionar en el tema de la ASTRONOMÍA.

Vemos, también, que el Creador de la Vida, “llama” a los animales y plantas a que vivan y cuiden sus vidas. Y así lo hacen ellos, siguiendo sus instintos y tropismos. Algunos vegetan, se desarrollan, florecen, dan fruto y así viven. Otros nacen, crecen, se reproducen y así viven. Nosotros lo podemos comprobar. Nos basta con abrir los ojos en un jardín, una huerta o una granja… y si queremos más, podemos incursionar en ZOOLOGÍA o BOTÁNICA.

Plantas y planetas, astros y animales siguen su VOCACIÓN “a su manera”. Así dan gloria a Dios.

El problema ha venido con nosotros, los humanos. Un problema y una bendición.

El Creador nos hizo con INTELIGENCIA y VOLUNTAD, a su imagen y semejanza. Ciertamente que es nuestra bendición. Nos llamó no solamente a “existir” como los astros y planetas y no sólo a “vivir” como los animales y plantas. Nos llamó a “co-existir” con el resto de la Naturaleza y a “con-vivir” con nuestros prójimos, los humanos.  

Podemos conocer y tomar conciencia de todo el mundo que nos rodea y podemos decidir libremente lo que queremos hacer. Podemos y debemos conocer y tomar conciencia de las realidades humanas que nos rodean y nos encontramos con la responsabilidad de buscar el modo de relacionarnos para convivir humanamente con nuestros prójimos. Ahí está el problema, porque si queremos, podemos hacer todo lo contrario y estropear nuestra co-existencia con el resto de la Naturaleza y arruinar nuestra con-vivencia humana.

¿Se quedó tan contento el Creador con que sus creaturas predilectas, los humanos, destruyéramos lo que con tanto amor había creado?

Dios tiene paciencia y ESPERA. Esperó que nosotros fuéramos capaces de descubrir nuestra VOCACIÓN. Pero se dio cuenta que éramos demasiado “tardos de oído” para escuchar su llamada, lentos o torpes para descubrirla y llevarla a cabo. Así pues, en una AMOROSA IMPACIENCIA, se decidió a intervenir y para eso HABLÓ y sigue HABLANDO. Tenía que intervenir y sigue interviniendo, pero sin quitarnos lo que con tanto amor nos había dotado. ¿Cómo lo hace, dejándonos conscientes y libres? Lo hace LLAMÁNDONOS.

La Voz de Dios, la Palabra de Dios, el Verbo de Dios SE HACE ESCUCHAR. En cada página de la Biblia vamos leyendo cómo Dios nos va hablando a través de los Patriarcas, Moisés y los Profetas. A través de sueños, señales o prodigios, Dios va indicando los caminos a seguir y cuáles hay que evitar. Cuando hoy leemos el salmo 24, le pedimos a Dios “Muéstranos, Señor, tus caminos”.

Días atrás, leíamos en el Antiguo Testamento cómo Dios le hablaba al Profeta Samuel, llamándolo cuando niño, para una larga misión que duraría toda su vida. Ahora, en este tercer domingo del ciclo litúrgico, leemos que Dios le habla al Profeta Jonás señalándole una misión concreta: predicar en una gran ciudad, Nínive, exhortándolos a CONVERTIRSE, o sea, CAMBIAR radicalmente de actitud.

Dios no se contenta con llamarnos la atención a través de signos y profetas. Durante siglos, Él prepara a la humanidad y finalmente decide hacerse Hombre, para hablarnos directamente en lenguaje humano. La Palabra de Dios se hace Hombre en la persona de Jesucristo. El Verbo de Dios habita nuestra tierra; vive, comparte, muere y resucita por nosotros para mostrarnos el camino a seguir y animarnos a cambiar de vida por Él y con Él.

Del Nuevo Testamento, la semana pasada se leía un trozo del Evangelio de San Juan. Esta semana es San Marcos. En ambas lecturas hemos visto las primeras VOCACIONES, las primeras LLAMADAS que hace Jesús.

Jesús es la Voz de Dios, el Verbo de Dios, la Palabra de Dios hecha carne. Cuando Jesús llama es Dios quien llama. Cuando Simón, Andrés, Santiago o Juan escuchan la llamada de Jesús, es Dios quien los está llamando. Esta LLAMADA es para un CAMBIO: eran simples pescadores en el lago de Galilea; el primer CAMBIO para ellos, es que serán pescadores de hombres en el océano del mundo. Incluso a Simón le cambia el nombre: será Pedro, la Roca sobre la cual se edificará la nueva comunidad de los llamados a la CONVERSIÓN. ¿Y cuáles son las palabras de Jesús en el trozo del Evangelio de hoy? “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. CONVIÉRTANSE y crean en la Buena Noticia”.

¡Por Dios!, ¡Cuánto nos cuesta convertirnos!

Todas las hermosas realidades que Dios nos ha regalado en nuestras vidas, son tan hermosas, y a veces tan atractivas, que nos hacen olvidarnos del Creador que nos hizo el regalo. Por eso, San Pablo, en la carta a los corintios que se lee hoy, los exhorta a que vivan con ellas como si no las tuvieran, que no se dejen encandilar o seducir por ellas; que su corazón se enderece.

Conviene que terminemos reforzando nuestras ideas:

  1. Dios nos llama a todos, creyentes y no creyentes, a ser HUMANOS. Se trata de una VOCACIÓN UNIVERSAL.
  2. A los que hemos descuidado o desatendido esa Vocación Universal y hemos errado en nuestro camino, Dios se hace Hombre, para hablarnos humanamente. Es Jesús que nos llama: es nuestra VOCACIÓN CRISTIANA.
  3. ¿Hemos escuchado esta LLAMADA de nuestro Señor Jesucristo?  ¿Le hemos puesto atención?  ¿Nos damos cuenta que Jesús nos está llamando a CONVERTIRNOS?  ¡Tremenda tarea!  ¿Por dónde empezar?  Cada trozo del Evangelio que tomemos en nuestras manos, puede ser una oportunidad de escuchar la amorosa voz de Dios que nos llama. Depende de nuestra actitud.
  4. La Comunidad de los que creemos en Jesucristo, la Iglesia, puede ser una gran ayuda para quienes deseamos de verdad convertirnos. Los comentaros bíblicos del día domingo pueden ayudarnos. La “corrección fraterna” practicada con caridad y recibida con humildad, también nos ayuda a convertirnos.
  5. Otra ayuda para convertirnos puede ser la meditación personal recorriendo las enseñanzas del catecismo, por ejemplo: Las Obras de Misericordia, las Bienaventuranzas, los Diez Mandamientos, los pecados capitales, las virtudes teologales y cardinales, etcétera. Y finalmente me pregunto: ¿Amo a Dios… amo a mi prójimo?


Música

29 DE DICIEMBRE: SAGRADA FAMILIA

MODELO DE LA FAMILIA DE NAZARET

Ofrecemos la homilía que años atrás nos envió nuestro amigo Juan Vicente Catret SJ (QEPD)