Homilías

27 DE DICIEMBRE: FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA

FAMILIA HUMANA Y FAMILIA DIVINA, desde Tokyo por Juan Vicente Catret S.J.

Este domingo creo que nos habla de dos familias: la humana y la divina. La “familia humana” es exaltada en las dos primeras lecturas bíblicas: Primera, la del Eclesiástico, en donde se pide a los hijos que honren y respeten a sus padres incluso cuando ya ancianos encarezcan en muchos aspectos. Segunda, de la carta de San Pablo a los Colosenses, en la que exalta las virtudes domésticas de la filosofía popular y estoica y del Judaísmo tardío: misericordia, bondad, humildad, dulzura, comprensión, paciencia. Para que reine la paz y la acción de gracias y el amor en todas las familias.

 Podemos resumir la lección de la Palabra de Dios diciendo que somos todos padres e hijos en la medida en que amamos. Compartir experiencias de gozo, angustia, intimidad, perdón...El amor que significa misericordia, bondad, humildad, dulzura y comprensión, tal como nos dice San Pablo.

  Y la “familia divina” se nos presenta en el evangelio, cuando en la peregrinación de Jesús al Templo de Jerusalén, a los doce años, se queda allí sin decirlo a sus padres María y José, quienes le buscan angustiados. Y cuando lo encuentran en el Templo dialogando con los doctores de la ley y María le pregunta por qué ha hecho eso de quedarse sin decírles una sola palabra, Jesús responde con esa enigmática frase: “¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”...

  Jesús les supera, es para otro Padre. Crea una nueva “familia divina”, en la que todos estamos invitados a entrar, después de María, si cumplimos la voluntad de Dios Padre. A Jesús sólo se le encuentra donde está el Padre.

  Se nos invita a formar parte de esta nueva familia divina, trabajando en la empresa de “hacer la voluntad de Dios”.

  María y José lo comprendieron y vivieron. ¿Y nosotros?...

  Hoy, primero, debemos unir nuestras familias, olvidar ofensas, perdonar debilidades, dar nuevas posibilidades para empezar otra vez y ser mejores  todos; padres, hijos, primos y sobrinos...en el “Año de la Misericordia” que ha proclamado el Papa Francisco.

  Hoy, segundo, buscar y encontrar a Jesús, en la oración, en la iglesia, en el cumplir la voluntad divina con amor a todas horas.

  Y quiero concluir con la hermosa poesía que me suena como si la cantara María al encontrar a Jesús en el Templo. Es de Juan B. Sorozábal y se titula:                                           

EL SANTO NOMBRE DE JESÚS

  Jesús, dulce memoria, fiel consuelo,

que das gozo y placer al alma pura;

más dulce que la miel es la dulzura

de tu presencia, Rey del cielo. 

  Nada se oye que dé más regocijo,

nada puede la voz cantar más suave,

nada pensar más dulce el hombre sabe,

que Jesús amoroso de Dios Hijo.

  Jesús, nuestra esperanza, ¡qué piadoso

eres al que te pide humildemente!

¡Qué bueno al que te busca diligente!

Y el que logra hallarte, ¡qué dichoso!

  Ni a la voz el decirlo es practicable,

ni llegarlo a explicar puede la letra;

sólo por experiencia se penetra,

que es amar a Jesús, bien inefable.

  Sed, pues, nuestro placer, Jesús amado,

que has de ser galardón del alma pía:

sea en ti nuestra gloria y alegría

por los siglos y tiempos interminados. 


Música

HIJO MUY QUERIDO

Reflexión a partir de las lecturas bíblicas de la fiesta del Bautismo del Señor

Dios nos considera sus "hijos queridos". ¿Cómo podemos responder a tanto amor?