Homilías
DONDE HAY PAN, ALLÃ ESTÃ DIOS por Juan V. Catret SJ
19 DE JUNIO: SOLEMNIDAD DE CORPUS CHRISTI
Esta fiesta litúrgica del “Corpus Christi†surge en la Iglesia en 1624. Para celebrar esta fiesta fueron invitados dos conocidos teólogos de la época: Tomás de Aquino y Buenaventura de Fidanza. Primero intervino Tomás ante el Papa y los Cardenales allà reunidos con su famoso “Adorote te devoteâ€. Y cuando acabó su lectura, Buenaventura rompió sus papeles afirmando que la belleza de aquel himno era tal, que no valÃa la pena escuchar el suyo. De esta lectura del canto salta a la vista el paralelismo que hay entre el relato de la EucaristÃa, que recoge San Pablo en su carta a los Corintios, con la narración del evangelio sobre la “multiplicación de los panesâ€. Los primeros cristianos celebraban en sus casas cuando partÃan con alegrÃa el pan. San Pablo les recuerda y nos recuerda: “cada vez que comemos de este pan y bebemos de la copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelvaâ€. Pablo nos hace recordar la conexión que existe entre la Pasión y Muerte de Jesús y su Resurrección. El relato de la multiplicación de los panes aparece en los cuatro evangelistas, lo cual prueba su importancia. El protagonismo de los discÃpulos también es muy importante: “Denles ustedes de comerâ€, les dice Jesús. Esto es para nosotros una alusión a ayudar a los emigrados que huyen del hambre de pan y sed de agua en este tiempo de guerras y odios de toda clase. Un ejemplo de buen cariz es que España ha doblado ante la Comunidad Europea el número de emigrados que han ido allà buscando pan y trabajo. La EucaristÃa es “el sacramento de los hombresâ€. Recibir este sacramento es recibir también el sacramento de los hombres con sus esperanzas, sus problemas y sus dramas. Donde hay pan, allà está Diosâ€, ha dicho un poeta. Santo Tomás de Aquino en una de sus oraciones dice: “¡Oh banquete precioso y admirable; banquete saludable y lleno de toda suavidad! ¿Quién puede hablar, en efecto, de algo más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece para comer la carne de becerros, como se hacÃa antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios? No hay ningún sacramento más admirable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales. Se ofrece en la Iglesia por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todosâ€. Termino esta homilÃa con un soneto del poeta militar nacido en Ceuta y que falleció en Madrid, Luis López Anglada (1919-2007) titulado: EUCARISTÃA ¡Bien me conoces! ¡Por el pan me encuentras! Te finges pan, me engañas con harina; sabes que al fin mi corazón termina por ir al pan y al alma te me adentras. Sabes que me es preciso y en él centras tu espera inmóvil, tu quietud divina. Te vales de que el hambre me domina y te haces pan para engañarme mientras, ¡Oh engañosa quietud! ¡Oh fingimiento! ¿Es que te das, Señor, por alimento o es que mi amor te sirve de comida? De nada soy, de tierra es mi figura, Tú eres de eternidad, Tú de blancura; pan por pan, Pan te quiero, Pan de vida†j.v.c.
Primero intervino Tomás ante el Papa y los Cardenales allí reunidos con su famoso “Adorote te devote”. Y cuando acabó su lectura, Buenaventura rompió sus papeles afirmando que la belleza de aquel himno era tal, que no valía la pena escuchar el suyo. De esta lectura del canto salta a la vista el paralelismo que hay entre el relato de la Eucaristía, que recoge San Pablo en su carta a los Corintios, con la narración del evangelio sobre la “multiplicación de los panes”.
Los primeros cristianos celebraban en sus casas cuando partían con alegría el pan. San Pablo les recuerda y nos recuerda: “cada vez que comemos de este pan y bebemos de la copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva”. Pablo nos hace recordar la conexión que existe entre la Pasión y Muerte de Jesús y su Resurrección.
El relato de la multiplicación de los panes aparece en los cuatro evangelistas, lo cual prueba su importancia. El protagonismo de los discípulos también es muy importante: “Denles ustedes de comer”, les dice Jesús. Esto es para nosotros una alusión a ayudar a los emigrados que huyen del hambre de pan y sed de agua en este tiempo de guerras y odios de toda clase. Un ejemplo de buen cariz es que España ha doblado ante la Comunidad Europea el número de emigrados que han ido allí buscando pan y trabajo.
La Eucaristía es “el sacramento de los hombres”. Recibir este sacramento es recibir también el sacramento de los hombres con sus esperanzas, sus problemas y sus dramas.
Donde hay pan, allí está Dios”, ha dicho un poeta.
Santo Tomás de Aquino en una de sus oraciones dice:
“¡Oh banquete precioso y admirable; banquete saludable y lleno de toda suavidad!
¿Quién puede hablar, en efecto, de algo más precioso que este banquete en el cual no se nos ofrece para comer la carne de becerros, como se hacía antiguamente, bajo la ley, sino al mismo Cristo, verdadero Dios?
No hay ningún sacramento más admirable que éste, pues por él se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales.
Se ofrece en la Iglesia por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos”.
Termino esta homilía con un soneto del poeta militar nacido en Ceuta y que falleció en Madrid, Luis López Anglada (1919-2007) titulado:
EUCARISTÍA
¡Bien me conoces! ¡Por el pan me encuentras!
Te finges pan, me engañas con harina;
sabes que al fin mi corazón termina
por ir al pan y al alma te me adentras.
Sabes que me es preciso y en él centras
tu espera inmóvil, tu quietud divina.
Te vales de que el hambre me domina
y te haces pan para engañarme mientras,
¡Oh engañosa quietud! ¡Oh fingimiento!
¿Es que te das, Señor, por alimento
o es que mi amor te sirve de comida?
De nada soy, de tierra es mi figura,
Tú eres de eternidad, Tú de blancura;
pan por pan, Pan te quiero, Pan de vida”
j.v.c.