Homilías
1 DE NOVIEMBRE: TODOS LOS SANTOS
LA PARÃBOLA DE LOS PATOS SALVAJES por Juan Vicente Catret S.J., misionero en Japón.
He leÃdo una parábola de Antoine de Saint-Exupéry, el autor también de ese precioso libro que se llama “El Principitoâ€, que me ha gustado mucho y me parece apropiada para el dÃa que hoy celebramos: “Todos Los Santosâ€. Dice asà la parábola:
Los patos salvajes emigraban de un continente a otro, según los grados de temperatura de cada parte de la tierra: si frío o calor, lo que a ellos más les conviene. Y cuando volaban en marcha, con su inmenso y sonoro graznido de patos, las otras aves domésticas que les miraban cruzar el cielo desde sus gallineros y corrales, se sentían contagiadas y querían echar a volar, pero sin fuerza en sus alas terminaban de revolotear a los más un par de metros.
Igual nos pasa a nosotros. En la vida vulgar del consumismo, sentimos que nuestras alas pesan mucho y vuelan poco...Pero hoy, tal como nos dice la primera lectura del Apocalipsis, si miramos al cielo, vemos que “una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, están de pie delante del trono...gritando: ¡La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono y del Cordero! (que es Cristo Redentor por su muerte en cruz como el ‘Cordero de Dios’)...
Por eso hoy debemos confrontar nuestros sentimientos con esa inmensidad de “Todos los Santos”, los que veneramos en los altares y todos los más que no están en peldaños pero sí en el cielo a lo largo de toda la historia de la humanidad. Pienso que esos sentimientos nuestros serán de gratitud, admiración, amor, alegría y quizás a la par de arrepentimiento, de sana envidia, de humildad al sentirnos como aves de corral mientras que ellos son como esos patos salvajes que cruzan mares y desiertos, montañas y valles, siempre con la mente y el corazón en el ideal del amor a Dios y al prójimo.
Todos los Santos han vivido y hoy nos ponen ante los ojos esas frases de la carta de S. Juan que leemos en la segunda lectura:
“Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, ¡pues lo somos! ...Queridos, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en Él, se hace puro como puro es Él”.
Todos los Santos han vivido ese ideal de amor como hijos de Dios. Amando al Señor y al prójimo. Decía el Santo Cura de Ars que “el corazón de los santos se derrite poco a poco”...Así es. Se les derritió el corazón en amor servicial, en dulzura y mansedumbre, en trabajar por la justicia y la paz, en compasión universal, con pobreza y pureza de corazón.
Y esa es la condición para que también nosotros volemos más y más, como los patos salvajes...la condición que nos presenta el evangelio, es decir vivir las Ocho Bienaventuranzas. Estamos llamados a vivir ese gozo y volar cada vez más alto y largo, llamados a que nuestro corazón se derrita de amor, como el de nuestros Todos los Santos de hoy.
Termino con la poesía de Bernardo Velado Graña:
TODOS LOS SANTOS
Peregrinos del reino celeste,
hoy, con nuestras plegarias y cantos,
invocamos a todos los santos,
revestidos de cándida veste.
Éstos son los que a Cristo siguieron
y por Cristo la vida entregaron,
en su sangre de Dios se lavaron,
testimonio de amigos le dieron.
Sólo a Dios en la tierra buscaron,
y de todos hermanos se hicieron.
Porque a todos sus brazos se abrieron,
éstos son los que a Dios se encontraron.
Desde el cielo nos llega cercana
su presencia y su luz guiadora:
nos invitan, nos llaman ahora,
compañeros seremos mañana.
Animosos, sigamos sus huellas,
nuestro barro será transformado
hasta verse como Cristo elevado
junto a Dios en su cielo de estrellas.
j.v.c.
HIJO MUY QUERIDO
Reflexión a partir de las lecturas bÃblicas de la fiesta del Bautismo del Señor
Dios nos considera sus "hijos queridos". ¿Cómo podemos responder a tanto amor?