Homilías
Domingo 6 de septiembre (23° del ciclo A)
​La corrección fraterna
Ezequiel (33,7-9) - Salmo 94,1-2.6-7.8-9 - Romanos (13,8-10) - Mateo (18,15-20) Es natural, en las relaciones humanas, que existan desacuerdos, ya sea porque pensamos distinto o nuestros gustos no son los mismos. Esto es natural y lógicamente necesitamos algo de paciencia para ponernos de acuerdo y continuar un buen trato.
Más difícil es cuando vemos que nuestro prójimo está evidentemente equivocado o simplemente va por mal camino. ¿Debemos dejarlo así no más?
Precisamente, las lecturas bíblicas de hoy nos hacen responsables. Mientras mayor sea la cercanía con la persona equivocada, mayor es nuestra responsabilidad. Debemos actuar para impedir males mayores para ese prójimo equivocado y para quienes lo rodean. Si callamos, nos hacemos culpables de los males que vengan. Debemos actuar. Ésta es la corrección fraterna.
“Corregir al que está equivocado” es una obra de misericordia, un acto de caridad, tanto como “dar de comer al hambriento” o “visitar a los enfermos”.
Jesús nos enseña la “pedagogía” de esta buena obra. Por cierto, que nuestra actitud, nuestro modo de dejarnos caer debe estar movido por el amor. Nos dirigimos a ese prójimo con amabilidad, con franqueza, haciéndole ver que deseamos su bien. Tratamos de hacerle ver que, si se corrige, va a ser mejor para todos y también para él.
Jesús nos señala tres pasos: El primero consiste en una conversación personal y privada. Si se corrige, hemos ganado un hermano para el Bien.
El segundo paso es con dos testigos de confianza con la ayuda de los cuales lo logremos convencer.
Si todavía no se corrige, no nos queda otra alternativa que decírselo en público. Jesús dice “a la asamblea”. Se refiere a la comunidad. Nuestro modo franco y claro debe mantener la serenidad. En ese momento no debemos dejarnos llevar ni por la ira ni el resentimiento sino sólo por el amor a la justicia y a la verdad.
Sólo si fracasamos en estos tres pasos, debemos darlo por perdido. Quedaremos tranquilos porque hicimos todo lo que podíamos hacer. El amor nos moverá a seguir rezando por esa persona para que Dios termine corrigiéndolo, ya que nosotros no pudimos.
JJV
29 DE DICIEMBRE: SAGRADA FAMILIA
MODELO DE LA FAMILIA DE NAZARET
Ofrecemos la homilÃa que años atrás nos envió nuestro amigo Juan Vicente Catret SJ (QEPD)