Homilías
19 DE AGOSTO: DOMINGO 20 DEL TIEMPO ORDINARIO
COMER LA VIDA Y PERMANECER EN ELLA
Este domingo sigue en el evangelio de S. Juan con el “sermón eucarÃstico†de Jesús en la Sinagoga de Cafarnaúm, en el momento cumbre, cuando Jesús dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mà y yo en élâ€. O sea que recibiendo la EucaristÃa, es Jesús quien dentro de nosotros piensa, habla, trabaja, actúa y ama dentro de nosotros para afuera: hacia los demás, en la familia, amistad, trabajo y sociedad. Se trata de “comer la vida†y luego “permanecer en ellaâ€. Por eso decÃa San Pablo: “mi vida es Cristoâ€...â€Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mÃâ€. Se trata de una vida liberada del egoÃsmo. Si Descartes (1596-1650) dijo aquella célebre frase: Cogito, ergo sum†: pienso, luego existoâ€, la debemos corregir por: amo vel amor, ergo sum†: amo o soy amado, luego existoâ€.
Comer a Dios es también el deseo secreto del hombre ávido de absoluto y de plenitud.
La santa Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) en su libro: Jesús, la Palabra para ser hablada”, dice:
Jesús nos habla con ternura cuando se ofrece a los suyos en la santa comunión: Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. ¿Qué más podría darme mi Jesús, además que su carne como alimento? No, Dios no podría hacer más ni mostrarme un amor más grande.
La santa comunión, como la palabra misma implica, es la unión íntima de Jesús con nuestra alma y nuestro cuerpo. Si queremos tener la vida y poseerla abundantemente, debemos vivir de la carne de nuestro Señor. Los santos lo comprendieron tan bien, que podían pasar horas preparándose y más todavía en acción de gracias. ¿Quién podría explicar esto? ¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios? ¡Qué incomprensibles son sus juicios, exclamaba Pablo, qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor?
Cuando acogéis a Cristo en vuestro corazón después de partir el Pan vivo, acordaos de lo que nuestra Señora debió de sentir mientras el Espíritu Santo la envolvía con su sombra, y ella, que estaba llena de gracias, recibió el cuerpo de Cristo. El Espíritu estaba tan fuertemente en ella, que inmediatamente se levantó deprisa para ir y servir”.
Quiero terminar con un soneto del santanderino poeta Gerardo Diego (1896-1987) titulado:
EL MISACANTANO
Cuando en mis manos, Rey eterno, os tengo,
os tengo y os obtengo con mi boca,
con mi boca y mi lengua que se apoca
de su ungido y novísimo abolengo;
cuando, trémulo, os alzo y os sostengo
sobre el ara del cielo -, ya no toca
mi barro, el barro adán de donde vengo.
Y por mis manos que atan y desatan,
por mis brazos, mi pecho, se dilatan,
revierten ondas y ondas remansando,
cuando – Amor – os concreto y os obligo,
elevado en la música del trigo,
redonda alondra sin cesar cantando.
j.v.c.
29 DE DICIEMBRE: SAGRADA FAMILIA
MODELO DE LA FAMILIA DE NAZARET
Ofrecemos la homilÃa que años atrás nos envió nuestro amigo Juan Vicente Catret SJ (QEPD)