Homilías

¡OJALà TODOS FUERAN PROFETAS!

Comentario a las lecturas bíblicas del 26° domingo del Año Litúrgico, ciclo B

Entendemos por “profeta†el que habla a los demás inspirado por Dios, no necesariamente el que vaticina o anuncia cosas buenas o malas que pudieran a suceder.

¡OJALÁ TODOS FUERAN PROFETAS!

Comentario a las lecturas bíblicas del 26° domingo del Año Litúrgico, ciclo B

(Del antiguo Testamento: Núm. 11 y salmo 18. Del Nuevo Testamento: Santiago 5 y Marcos 9)

 

Las palabras con las que iniciamos nuestra reflexión fueron pronunciadas por Moisés cuando observó una actitud envidiosa o celosa de unos profetas refiriéndose a otros: “¡Ojalá todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque Él les infunde su espíritu!”. Entendemos por “profeta” el que habla a los demás inspirado por Dios, no necesariamente el que vaticina o anuncia cosas buenas o malas que pudieran a suceder.

 

Una situación semejante ocurre con Jesús cuando sus apóstoles se molestan porque otros que no son del grupo selecto también están haciendo buenas obras en nombre del Señor.

 

El generoso gesto de Moisés que leímos o escuchamos en el texto del Antiguo Testamento es figura con más de mil años de anticipación del mensaje definitivo que nos trasmite Jesús en el Evangelio de Marcos: “Nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de Mí”. Con nuestras palabras diríamos:

 

Jesucristo nos indica que hagamos el bien a quien sea, donde sea y cuando sea; NO IMPIDAMOS QUE OTROS HAGAN EL BIEN, aunque no pertenezcan a nuestro grupo escogido de familia, raza, cultura, creencia o ideología”.

 

Jesús nos pone ejemplos sencillos como “dar un vaso de agua” y al mismo tiempo nos pone en estado de alerta frente a situaciones que destruyen el bien como, por ejemplo, el escándalo. En este punto, Jesús es muy claro, fuerte y radical para combatir y poner remedio al escándalo. Continuando las enseñanzas de Jesús en este aspecto, el Apóstol Santiago en la segunda lectura condena duramente la soberbia, la avaricia, la lujuria y toda clase de injusticia, que son actitudes y conductas escandalosas en un cristiano.

 

Necesitamos ayuda para ser fieles en aquello que Jesús espera de nosotros: la ayuda más sencilla es la Ley del Señor, de la que hoy nos habla el Salmo responsorial. Le pedimos al Señor que nos preserve del orgullo y que humildemente recorramos su camino.

 

Nos preguntamos:

  1. ¿Hemos abierto nuestro corazón al Espíritu de Dios para que Él nos inspire en lo que tenemos que decir o hacer?
  2. ¿Tenemos la hidalguía de reconocer las cosas buenas que pueden hacer nuestros adversarios?
  3. ¿Somos capaces de colaborar en obras buenas con personas que piensan distinto?
  4. ¿Nos preocupa no hacer o decir cosas que puedan escandalizar a otros?
  5. ¿Nos preocupa ser justos no sólo en las relaciones laborales sino también en nuestras opiniones sobre los demás?


Música

EL TRONO DE JESÚS

Domingo 29 del Año Litúrgico ciclo B. Isaías 53; Hebreos 4; Marcos 10

“No saben lo que están pidiendo, ¿Son capaces de beber el cáliz que yo he de beber?