Homilías

PACIENTE PEDAGOGÃA

HOMILIA para el domingo XVIII° del Año Litúrgico (240804)

​DEL PAN DE LA TIERRA AL PAN DE LOS ÃNGELES

Ya llevamos tres semanas hablando de PAN. Ojalá nunca nos cansemos porque el tema no es superfluo: es una NECESIDAD.

Dios lo sabe muy bien y se da todo el tiempo necesario para enseñarnos. Se trata de una PACIENTE PEDAGOGÍA.

Si nos fijamos en los textos bíblicos de hoy, vemos un trozo del libro del Éxodo, del Antiguo Testamento, extraordinariamente importante y significativo para el Pueblo de Dios. Se trata de cuando huían de Egipto caminando por el desierto del Sinaí avanzando lentamente hacia la Tierra Prometida. Tenían hambre, le reclamaban a Moisés y clamaban a Dios. El Señor se compadece y les envía una nube de codornices y cubre el suelo con un misterioso PAN que ellos denominan el “maná”.  Así, no les faltó el alimento durante este lento peregrinar.

El salmo responsorial expresa poéticamente el sentimiento de un pueblo agradecido que en el “maná”, ese PAN del cielo, reconoce el don de Dios.

El episodio evangélico que hoy nos presenta Juan, también nos habla de PAN. Sucedió al día siguiente del que leíamos los dos domingos pasados. Recordemos que Jesús primero los nutrió con el PAN DE LA PALABRA: les predicó largamente, en lo que nosotros llamamos “el Sermón de la Montaña” o de las ”Bienaventuranzas”. Después los nutrió con los cinco pancitos que traía un niño, repartiéndolos con abundancia y generosidad entre más de cinco mil personas. Este PAN sí que los volvió locos de entusiasmo y lo querían hacer Rey. Pero Él se les escabulló y  regresó a Cafarnaúm.

A Cafarnaúm se fueron.  Allá llegaron, siguiendo a Jesús y Él les habló en la sinagoga. Cuesta pensar cómo se las arreglaron para entrar. Pero, allá llegaron y Jesús les volvió a hablar. Pero ahora les ofrece otro PAN. Es un PAN DEL CIELO, mejor que el maná de los tiempos del Éxodo. Éste sí que es misterioso: es un PAN DE VIDA, un PAN en el que Él personalmente estará presente. Un PAN que garantiza la Vida Eterna. ¿Quién lo puede entender?  Y Jesús lo recalca: “Yo soy el Pan de Vida”. Se trata de un momento crucial para la Fe de los que siguen a Jesús. Y es un tema crucial para todos los que nos llamamos cristianos, los que decimos que “creemos en Jesús”. Él nos invita a recibirlo personalmente a Él en este PAN consagrado de la Eucaristía. A nosotros, los sacerdotes, el Señor nos ha encargado de consagrar y compartir con nuestros hermanos en la Fe este PAN eucarístico en el Sacramento de la Comunión.

Y ahora, yo me pregunto: ¿Le creo a Jesús? ¿Puedo decirle a Jesús con sinceridad, desde el fondo del corazón: “Señor, te creo”? … Y puedo continuar: “Jesús, en Ti confío; Tú eres mi Esperanza; Tú eres el Pan de Vida para mí y para todos los que te queramos recibir”

Ésta es la PEDAGOGÍA DIVINA. Ésta es la PEDAGOGÍA DE JESÚS: de lo más material hasta lo más espiritual alcanzando el “Misterio de la Fe”.

Todos los años, el 31 de julio, se celebra a San Ignacio de Loyola, un hombre muy terrenal que se atrevió a arriesgar su vida por el Rey de España, pero se dio cuenta que valía más la pena jugársela por el Rey del Cielo: Éste fue Jesucristo a quien se entregó por entero, renunciando a todo lo que el mundo pudiera ofrecerle, para seguir paso a paso a Jesús.

Ignacio, de noble caballero y valiente soldado pasó a mendigo, peregrino, empeñoso estudiante, sacerdote, guía espiritual y conductor de un puñado de amigos que serían los “compañeros de Jesús”, hoy “Compañía de Jesús”. En Ignacio se cumplió lo que San Pablo decía a los efesios en la segunda lectura de hoy: “De Él (de Jesús) aprendió que es preciso renunciar a la vida que llevaba, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad”.

Ignacio le dijo a Jesús: “Señor, por Ti renuncio a todo; te creo, te sigo y quiero imitarte en todo”.

Ignacio fue un gran organizador al servicio de la Iglesia y – a su muerte – los jesuitas habían pasado el número de mil, repartidos en los cinco continentes. Esta faceta que nos puede parecer deslumbrante, tiene una cara recogida y mística: Ignacio creía de verdad en el Misterio de la Eucaristía y cada día, al celebrar la Misa, se emocionaba hasta las lágrimas. Las palabras de Jesús habían tocado su corazón.

Hoy día vemos la PACIENTE PEDAGOGÍA de Dios con su Pueblo; la PACIENTE PEDAGOGÍA de Jesús con sus seguidores, primero hablándoles, después dándoles pan en abundancia y después hablándoles del misterioso Pan de Vida que es su Cuerpo en la Eucaristía. Ahora bien, la PACIENTE PEDAGOGÍA de Jesús no ha terminado: pasando por los santos de todos los tiempos, pasando por Ignacio de Loyola hasta nuestros días.

¡Cómo nos ha costado aprender!

Nosotros somos “gente de esta tierra” pero nos preguntamos:

  1. ¿De verdad tenemos puesta nuestra mirada en el cielo?
  2. ¿La pedagogía de Jesús, es nuestra pedagogía”
  3. ¿Nos atrevemos a decirle a Jesús: “Te creo”?
  4. ¿Estamos dispuestos a decirle: “Jesús, te acompañamos”?
  5. ¿Así estamos viviendo la Eucaristía?

 


Música

29 DE DICIEMBRE: SAGRADA FAMILIA

MODELO DE LA FAMILIA DE NAZARET

Ofrecemos la homilía que años atrás nos envió nuestro amigo Juan Vicente Catret SJ (QEPD)