Homilías

ALEGRÃA Y ESPERANZA

Tercer Domingo de Adviento 23-12-17

La Aurora nos anuncia la llegada de la Luz

 

Si hemos tenido la oportunidad de pasar la noche bajo carpa y levantarnos al amanecer cuando todavía está oscuro, notamos con pena que las estrellas del firmamento se van apagando.

Dirigimos nuestra mirada hacia la cordillera, al oriente y observamos un suave resplandor que va extendiendo en el cielo un color rosado. Es la Aurora anunciándonos la llegada de la luz que una vez más va a vencer a la oscuridad. Esta sencilla pero bella experiencia del campista reconforta al madrugador. También en la ciudad podemos gozar esta vivencia, si estamos alerta en el momento preciso.

El rosado del cielo nos ha querido anunciar la pronta venida de la luz con el asomarse del sol.

La liturgia de la Iglesia quiere hablarnos a través de los colores. En muchos templos, en el tercer domingo de Adviento, los ornamentos de los sacerdotes y diáconos dejan el color morado, cambiándolo por el rosado. También en estos días previos a la Navidad, vemos aparecer unas coronas de pino con cuatro velitas, una de las cuales es de color rosado.

¿Qué pasa? Para nosotros, los creyentes, Jesús es “la luz que ilumina a las naciones”, Jesús es el “Sol de la Justicia”. ¡Jesús viene! ¡Lo estamos esperando!

Para nosotros, los creyentes, éste es el verdadero sentido de la Navidad que celebraremos la próxima semana.

 ¿Es o no un motivo de alegría lo que estemos anticipando en la tercera semana del Adviento?

La liturgia de este domingo está llena de alegría. Cuando la misa se celebraba en latín, comenzaba con estas palabras: “Gaudete in Domino Semper”. Se le llamaba “Domingo Gaudete”. Ahora, en castellano, las primeras palabras son “ALÉGRENSE SIEMPRE EN EL SEÑOR”:

 Domingo de la ALEGRÍA.

San Pablo, en la segunda lectura, nos dice: “Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión”.

En el salmo responsorial, tomando las palabras de la Virgen, repetimos “Mi alma se regocija en mi Dios. Mi alma canta la grandeza del Señor”.

En la primera lectura, el profeta Isaías, seiscientos años antes de Cristo, está tan inspirado que sus palabras parecen como si estuvieran dichas por Nuestro Señor. Y efectivamente, seis siglos más tarde, cuando el jefe de la sinagoga de Nazaret  invita a Jesús  a leer delante de toda la asamblea, le pasa el rollo del Profeta Isaías. Y Jesús lee:  “El Espíritu del señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la liberación a los cautivos… Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios”.

Cuando Jesús terminó de leer el trozo de Isaías, levantando los ojos, dirigiéndose a los que lo estaban escuchando les dice: “Ahora, aquí, se está cumpliendo lo que acabo de leer”. 

Justamente a esto ha venido Jesús a la tierra. ¿Es o no la mejor noticia? ¿No es para alegrarse y no terminar nunca de alegrarnos?

En el trozo del evangelio de hoy, San Juan Bautista nos anima a la ESPERANZA. No encandilarnos con cualquiera luz. Seguramente muchos de los seguidores de Juan pudieran haber pensado que él era la luz esperada, el Mesías esperado. Juan les aclara: “Yo no soy el Mesías; yo no soy el que ustedes están esperando”. En otras palabras, Juan dice a sus discípulos que él no es la luz, sino que está anunciando la pronta llegada de la verdadera luz, el Mesías, el Salvador, Jesús.  A nosotros también nos puede suceder, y de hecho nos sucede que n os encandilamos con luces engañosas. Normalmente la propaganda comercial y también otras propagandas ideológicas o políticas nos encandilan y podemos tropezar o caer.

¡Cuidado! El verdadero SOL anunciado por la aurora de color rosado; el verdadero SOL, la verdadera luz de nuestra vida ES JESÚS.

Es a Jesús a quien esperamos.

Para los chilenos, hoy es un día muy importante: se nos ha llamado a decidir por qué modelo constitucional preferimos avanzar. Sabemos que las leyes humanas, por ser humanas, no son perfectas. Sólo la ley de Dios es perfecta y ésta Jesús la concentra en breves palabras: AMA  A  DIOS Y AMA  A TU PRÓJIMO.

Grabemos esta ley de Dios en nuestros corazones y cuando depositemos nuestro voto en la urna, pensemos “esto lo hago por amor a Dios y a mi prójimo que es Chile”

Una de las dos formas va a salir elegida.  Quitemos de nuestra mente la idea de “ganadores” y “perdedores”. Miremos hacia adelante con ESPERANZA.  Levantemos nuestros corazones con ALEGRÍA, sabiendo que Jesús quiere estar con nosotros. Abrámosle nuestros corazones. Acojámoslo. No nos separemos de Él.

 

 

 


Música

29 DE DICIEMBRE: SAGRADA FAMILIA

MODELO DE LA FAMILIA DE NAZARET

Ofrecemos la homilía que años atrás nos envió nuestro amigo Juan Vicente Catret SJ (QEPD)