Homilías
PREPARAR EL CAMINO. VIVIR EN LA ESPERANZA
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO 10 diciembre 2023
El Amor y la Verdad se encontrarán; la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cieloâ€
PREPARAR EL CAMINO. VIVIR EN LA ESPERANZA
De los textos bíblicos que nos ofrece la Liturgia del Segundo Domingo de Adviento, dos de ellos son del Antiguo Testamento, Isaías 40 y Salmo 84; del Nuevo Testamento está la Segunda Carta de Pedro y el Evangelio de Marcos.
La frase “preparar el camino” en Isaías está claramente refiriéndose al Señor. El profeta quiere darle ánimo a un pueblo afligido por la esclavitud y el destierro. Quiere animarlos en la esperanza de que el Señor vendrá a liberarlos. Pero no sólo se trata de preparar el camino para que el Señor venga donde ellos, sino también el camino de ellos para regresar a su tierra, con el Señor.
Marcos, al comenzar su Evangelio, cita textualmente al profeta Isaías y lo aplica a la situación que para él es actual: el Señor que viene es Jesús y el mensajero que lo anuncia es Juan Bautista. La liberación a la que se refiere es del pecado y requiere la conversión, la confesión y un bautismo en las aguas del Jordán. Juan corrige: el verdadero bautismo será el de Jesús. Él bautizará en el Espíritu Santo.
¿Cómo aplicamos estos textos a nuestra realidad actual?
Primeramente, el Señor VIENE al encuentro de cada uno de nosotros, viene a nuestra sociedad, viene a nuestro mundo. Es triste pensar que una vez más lo podamos dejar pasar y perdamos la oportunidad de recibirlo, acogerlo, disfrutar de su presencia y de los dones con que Él nos quiere regalar. Es triste, pero sucede. Al leer la Carta de Pedro vemos que la venida del Señor es algo demasiado serio y que debemos estar responsablemente preparados.
¿Pero es cierto que el Señor viene ahora? Una vez más, lo repetiremos; SÍ. El Señor viene AHORA.
¿Cómo, cuándo, dónde?
El Señor viene sacramentalmente en nuestra Misa Dominical. Viene en el Pan consagrado de la Comunión. Viene en la oración y en el canto comunitario. Viene en su Palabra leída, escuchada y comentada con atención e interés. Viene en las personas que están a nuestro alrededor y con quienes nos damos el saludo de paz.
¿Hay que esperar el día domingo para que el Señor venga?
El Señor no sólo viene los días domingos en la misa dominical. Viene todos los días, a cada rato, en todas las personas que necesitan algo de nosotros: una sonrisa para el que está deprimido; un consuelo para el que estás triste; un consejo para el que está desorientado; una visita para el que está enfermo; una limosna entregada sin esperar devolución…
¿Qué podemos hacer concretamente para preparar la venida del Señor AHORA?
¿Y cómo “rellenar los valles o aplanar las montañas o convertir en llanuras los terrenos escarpados” de los que habla el profeta Isaías?
¡Hay tantas asperezas en nuestras relaciones humanas que podríamos tratar de suavizar! ¡Hay tantas incomodidades que n os producen nuestros prójimos, muchas veces, sin quererlo! Allí ejercitar nuestra paciencia.
No es fácil convertirse de verdad, pero tenemos que tratar de hacerlo
¿Qué podemos esperar de esta conversión?
El Salmo 84 nos da la respuesta: “El Amor y la Verdad se encontrarán; la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo”
¡Bonitas palabras, pero bastante lejos de nuestra realidad!
Es cierto. Estamos bastante lejos del verdadero Amor. ¿Para qué hablar de la Verdad cuando sólo vemos fraudes, estafas, mentiras, calumnias, falsificaciones, simulaciones y más? Simplemente, al constatar esto podríamos deprimirnos. ¿Y dónde queda nuestra esperanza?
La ESPERANZA está en CREER LO QUE NO VEMOS. Y para conservar y no perder la Esperanza, tenemos que tener PACIENCIA.
¡LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA!
Empecemos por tener paciencia con nuestros prójimos más cercanos: por las pequeñas equivocaciones que de repente nos sacan de nuestros cabales; del niño que dejó la puerta abierta cuando le dijimos que la cerrara; del viejito sordo que no me contestó cuando le pregunté, porque no me escuchó; en la cola de la farmacia, la persona que está delante mío le pregunta y pregunta cosas a la farmacéutica y no termina nunca; en el infaltable “taco” al ir a una entrevista, dan la luz verde y el de adelante no parte … ¡PACIENCIA!
Pidamos al Señor que nos dé Paciencia para no perder la Esperanza.
No perdamos la Esperanza, porque un día “El Amor y la Verdad se encontrarán; la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo”
Esto es lo que nos enseña la Liturgia de hoy.
PREPARAR EL CAMINO. VIVIR EN LA ESPERANZA
De los textos bíblicos que nos ofrece la Liturgia del Segundo Domingo de Adviento, dos de ellos son del Antiguo Testamento, Isaías 40 y Salmo 84; del Nuevo Testamento está la Segunda Carta de Pedro y el Evangelio de Marcos.
La frase “preparar el camino” en Isaías está claramente refiriéndose al Señor. El profeta quiere darle ánimo a un pueblo afligido por la esclavitud y el destierro. Quiere animarlos en la esperanza de que el Señor vendrá a liberarlos. Pero no sólo se trata de preparar el camino para que el Señor venga donde ellos, sino también el camino de ellos para regresar a su tierra, con el Señor.
Marcos, al comenzar su Evangelio, cita textualmente al profeta Isaías y lo aplica a la situación que para él es actual: el Señor que viene es Jesús y el mensajero que lo anuncia es Juan Bautista. La liberación a la que se refiere es del pecado y requiere la conversión, la confesión y un bautismo en las aguas del Jordán. Juan corrige: el verdadero bautismo será el de Jesús. Él bautizará en el Espíritu Santo.
¿Cómo aplicamos estos textos a nuestra realidad actual?
Primeramente, el Señor VIENE al encuentro de cada uno de nosotros, viene a nuestra sociedad, viene a nuestro mundo. Es triste pensar que una vez más lo podamos dejar pasar y perdamos la oportunidad de recibirlo, acogerlo, disfrutar de su presencia y de los dones con que Él nos quiere regalar. Es triste, pero sucede. Al leer la Carta de Pedro vemos que la venida del Señor es algo demasiado serio y que debemos estar responsablemente preparados.
¿Pero es cierto que el Señor viene ahora? Una vez más, lo repetiremos; SÍ. El Señor viene AHORA.
¿Cómo, cuándo, dónde?
El Señor viene sacramentalmente en nuestra Misa Dominical. Viene en el Pan consagrado de la Comunión. Viene en la oración y en el canto comunitario. Viene en su Palabra leída, escuchada y comentada con atención e interés. Viene en las personas que están a nuestro alrededor y con quienes nos damos el saludo de paz.
¿Hay que esperar el día domingo para que el Señor venga?
El Señor no sólo viene los días domingos en la misa dominical. Viene todos los días, a cada rato, en todas las personas que necesitan algo de nosotros: una sonrisa para el que está deprimido; un consuelo para el que estás triste; un consejo para el que está desorientado; una visita para el que está enfermo; una limosna entregada sin esperar devolución…
¿Qué podemos hacer concretamente para preparar la venida del Señor AHORA?
¿Y cómo “rellenar los valles o aplanar las montañas o convertir en llanuras los terrenos escarpados” de los que habla el profeta Isaías?
¡Hay tantas asperezas en nuestras relaciones humanas que podríamos tratar de suavizar! ¡Hay tantas incomodidades que n os producen nuestros prójimos, muchas veces, sin quererlo! Allí ejercitar nuestra paciencia.
No es fácil convertirse de verdad, pero tenemos que tratar de hacerlo
¿Qué podemos esperar de esta conversión?
El Salmo 84 nos da la respuesta: “El Amor y la Verdad se encontrarán; la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo”
¡Bonitas palabras, pero bastante lejos de nuestra realidad!
Es cierto. Estamos bastante lejos del verdadero Amor. ¿Para qué hablar de la Verdad cuando sólo vemos fraudes, estafas, mentiras, calumnias, falsificaciones, simulaciones y más? Simplemente, al constatar esto podríamos deprimirnos. ¿Y dónde queda nuestra esperanza?
La ESPERANZA está en CREER LO QUE NO VEMOS. Y para conservar y no perder la Esperanza, tenemos que tener PACIENCIA.
¡LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA!
Empecemos por tener paciencia con nuestros prójimos más cercanos: por las pequeñas equivocaciones que de repente nos sacan de nuestros cabales; del niño que dejó la puerta abierta cuando le dijimos que la cerrara; del viejito sordo que no me contestó cuando le pregunté, porque no me escuchó; en la cola de la farmacia, la persona que está delante mío le pregunta y pregunta cosas a la farmacéutica y no termina nunca; en el infaltable “taco” al ir a una entrevista, dan la luz verde y el de adelante no parte … ¡PACIENCIA!
Pidamos al Señor que nos dé Paciencia para no perder la Esperanza.
No perdamos la Esperanza, porque un día “El Amor y la Verdad se encontrarán; la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo”
Esto es lo que nos enseña la Liturgia de hoy.
29 DE DICIEMBRE: SAGRADA FAMILIA
MODELO DE LA FAMILIA DE NAZARET
Ofrecemos la homilÃa que años atrás nos envió nuestro amigo Juan Vicente Catret SJ (QEPD)